Los niños juegan, gritan y curiosean por todas partes, por lo que terminan expuestos a muchos factores que pueden dañar su salud auditiva, incluso en mayor medida que los adultos. A veces se piensa que los problemas de la sordera solo están asociados con la edad muy avanzada o con las personas que ya nacen con este problema, y no es necesariamente así.
Las cosas se pueden complicar cuando hablamos de edades muy tempranas, ya que los adultos nos damos cuenta de la pérdida auditiva y podemos manifestarlo. Sin embargo, los niños no lo dicen (o detectan) con tanta facilidad, y es imposible que nos lo cuenten si son bebés y todavía no saben hablar. No obstante, podemos detectar algunas señales de comportamiento que son indicativo de que un niño no escucha bien.
La pérdida de audición infantil
Lo cierto es que las personas podemos experimentar una pérdida de audición en cualquier momento de la vida, esto significa que los bebés y los niños también son susceptibles de ello. Se pueden producir por diferentes causas, ya sean cuestiones genéticas, virus o infecciones que tienen una complicación.
En muchos casos no se detecta a tiempo porque el niño no sabe lo que ocurre y no lo dice, ya que cuesta más comprender este problema a edades muy tempranas. Sin embargo, dejarlo estar puede generar problemas de comunicación, en los estudios o en el entorno social, por lo que es muy importante prestar atención a las señales y poner remedio.
Si se cree que puede tener algún tipo de pérdida auditiva, lo adecuado es hacer una revisión médica con un especialista que diagnostique con exactitud el problema. Una vez determinadas las causas y el nivel de hipoacusia, los niños pueden hacer una vida prácticamente normal con la ayuda de un audífono. En Audifono-Madrid puedes encontrar diferentes centros de audición en los que hacen pruebas de este tipo y también comercializan audífonos infantiles.
Señales de pérdida de audición en niños
Lo habitual es que cantidad de bebés y niños muestren signos de que no escuchan bien, por ejemplo, cuando no se sobresaltan ante los ruidos inesperados. A continuación, te mostramos las manifestaciones de comportamiento que puedes detectar según la edad de los niños.
Bebés hasta los 3 meses
Los recién nacidos pueden tener un problema de sordera innato, por lo que mostrarán algunos indicios de ello en sus reacciones. Los más comunes son los siguientes:
- Una falta de reacción ante los estímulos sonoros cotidianos
- No se asustan o sobresaltan cuando hay ruidos fuertes
- Capacidad de dormir sin despertarse cuando se hace ruido en la habitación
- No dirigen la mirada cuando suena una voz o una canción
- No muestran un reconocimiento de la voz de sus padres
Desde 4 meses hasta 7 meses
En esta edad los niños ya se muestran algo más expresivos. Cuando las personas hablan, estos los miran y escuchan, es la antesala a empezar a hablar de forma independiente. De hecho, lo habitual es que ya empiecen a emplear algunos sonidos para comunicar su bienestar o su molestia ante las situaciones. Comienzan a disfrutar de la música, los sonidos de los juegos y emiten algunos balbuceos para intentar empezar a comunicarse. Se puede detectar que un niño tiene problemas de audición si no se observan todos estos comportamientos en él, y sería el momento de consultar con un especialista.
De 7 meses a 1 año
La actitud de los niños desde los 7 meses y hasta el año de edad ya es mucho más activa con los sonidos. No solo prestan atención a las voces, también suelen girarse y mostrar una actitud mucho más determinante de escucha. Siguen el ritmo a su manera con los juegos musicales y se deleitan con las canciones. Tras el proceso en el que han pasado prestando atención todos estos meses, ya intentan decir palabras sencillas para ellos y señalan a los objetos que reconocen por el nombre. Es sencillo observar que un niño puede tener pérdida auditiva si sigue impasible ante estos estímulos y tampoco se gira cuando se habla con él.
Desde 1 año hasta 2 años
Una vez superado el año, los niños tienen mucha más proactividad con los sonidos. Es porque han aprendido a entenderlos además de escucharlos o, al menos, una buena parte de ellos. Esto significa que puede mostrar interés si se habla, si se leen cuentos sencillos para él o se ponen dibujos animados correspondientes a su edad, ya no va a mirar únicamente, va a mostrar expresiones. También van a comprender comunicaciones sencillas o responder a ellas, por ejemplo, cuando se les llama o se les pregunta si quieren comer.
¿Cómo saber si un niño no escucha bien a partir de los 3 años?
Los niños a partir de los 3 años ya tienen comúnmente algo más de autonomía, porque ya pueden ir a preescolar o al colegio e interactuar con otras personas fuera del núcleo familiar. Esto quiere decir que las señales de pérdida de audición se pueden percibir en el entorno escolar. Estas son las más significativas:
- No responde ante las instrucciones sencillas que se dan a los niños en estas edades.
- Reacciona con ciertos errores en la comunicación o muestra frustración.
- Solo entiende y corresponde con lo que le dicen si está mirando fijamente al orador.
- Tiene peor resentimiento que el resto de los niños en habilidades de comunicación oral.
- No muestra una clara identificación del foco de los sonidos.
- Muestra una mayor fatiga que el resto de los niños al finalizar las clases, algo generado por el esfuerzo de atender a las comunicaciones a lo largo del día.
- Tiene dificultades para socializar con otros niños o para tener un comportamiento acorde al grupo.
- Muestra notas que son bajas en algunas materias o tiene problemas para seguir con normalidad las lecciones.
Algunas de estas señales se pueden percibir desde casa por la falta de rendimiento escolar, el agotamiento del niño o la falta de reacción ante las comunicaciones en la familia. Sin embargo, también es interesante que los profesores presten atención a estas reacciones para asesorar a los padres y altar de estas dificultades. Para favorecer una próspera audición es importante que los cuidadores y tutores tengan buenas prácticas, como evitar la música muy alta, proteger los oídos de los niños o secarlos bien después de ir a la piscina.